Llegó sobre la hora del inicio del partido, y se fue apenas terminado el mismo. En su retirada no la pasó nada bien. A pesar de estar escoltado por seis hombres de seguridad privada, y otros tantos policías, los hinchas se acercaron donde estaba estacionado su automovil y descargaron un «arsenal» de insultos. La agresión física, finalmente, no pudo consumarse.

Con la derrota a cuestas, en los pasillos cercanos al buffet, la alteración no cejaba en su intento por buscar culpables. Hubo algunas amenazas que no llegaron a cristalizarse por la presencia de policías en el lugar.

Babington se siente solo. La gente que está a su lado, y también la que no está con él, se siente molesta porque no escucha. Ninguna decisión tomada es consultada. Babington así lo quiso… fue su decisión.