Una nueva derrota, con el mismo marcador y las mismas (nulas) ganas en la cancha. Nuevamente superados físicamente y desbordados futbolísticamente ante un rival que, a priori, no pareciera que vaya a ser protagonista del campeonato. Ya aparecieron los silbidos de la hinchada, justificados en su mayoría por la triste imagen que se dejó en ambos encuentros.
Sin jugar en Huracán, Desvaux ya se ganó el puesto. Lemos y Battaglia, quienes no debutaron en el torneo, también. Es notoria la falta de un caudillo en defensa. Alguien que pueda ordenar al resto, que sepa anticipar, cabecear, pegar si hace falta. Esperemos que el ex Gimnasia de Jujuy pueda cumplir ese rol. Si no, nos espera un torneo muy largo.
Siempre digo lo mismo: no soy de agarrármela con un jugador en particular y menos si ese jugador no es importante para la historia de Huracán; por eso no comparto el “sacá a Quiroga” de la hinchada. Al menos él tuvo la personalidad para hacerse cargo. Pero lo incomprensible es por qué un suplente se encarga de patear un penal. No se entiende, no se puede explicar, y menos en un momento tan tenso. Ahí falla el director técnico, que tiene que ocuparse de que patee el que ya estaba designado (si es que lo había).
Por otro lado, en cancha solamente estaba Milano con “espalda” suficiente como para hacerse cargo del penal en caso de fallar. Ya no había referentes. Sánchez Prette jugó muy mal, pero es de los pocos que pueden crear juego. No debe salir reemplazado tan temprano. De todas formas, cordobés, para justificar el enojo hay que demostrar en la cancha todo lo que sabés hacer.
A rescatar dentro de la malaria: las ganas de Milano, el criterio de Villegas para bajar pelotazos, la ubicación de Leiva y las atajadas de Calviño. La semana que viene estará Desvaux y vuelven Cámpora y Battaglia. Son buenas noticias, por lo menos como consuelo de que el equipo ante los jujeños no es el titular ni el definitivo. Es trabajo del técnico seguir buscando variantes.
Probablemente el domingo vamos a sentir de verdad lo crudo de estar en el Nacional B. Jugar contra Guillermo Brown, en Puerto Madryn y sin televisión va a ser un golpe más a nuestros ánimos decaídos. Pero quizás este equipo necesita jugar sin la presión de sentirse observados. Si los Quemeros seguimos siendo fieles a esta altura, entonces imploremos por una victoria en Chubut.
