Una nueva etapa dirigencial permite ver cambios que pueden hacer resurgir a Huracán, un nuevo técnico nos deja ilusionarnos con una mejora en el equipo, y hoy, una nueva Copa es la posibilidad de consolidar un plantel, de conocer el recambio y de demostrar que Huracán puede salir del fondo.

No está muerto quien pelea, y aunque las malas rachas hundieron al Globo en los más profundo, no queda otra posibilidad más que empezar a ir para arriba, recuperar la identidad perdida, y que se note la grandeza. Esa grandeza que nos posiciona terceros en la historia de copas nacionales, detrás de Boca y Racing. Esa que nos dio títulos en la era amateur, esa que logró que el campeonato del ’73 sea recordado como uno de los mejores planteles de la historia argentina, esa que nos deja como últimos artilleros del buen fútbol en la actualidad.

La Copa Argentina es una gran posibilidad para probar a los chicos de la cantera, para apoyar el proyecto de inferiores, para armar un equipo desde las bases. Las victorias llegarán con el esfuerzo y el buen trabajo, y por consecuencia, el golpe anímico importante que el Globo necesita.

La meta debe ser el día a día, el miércoles 30, Excursionistas en Catamarca, el próximo fin de semana, Defensa y Justicia en el Tomás Ducó. Todos los partidos se convierten en finales, por lo que la mentalidad adentro y afuera de la cancha, debe estar a la altura. Si las oportunidades se dan una sola vez, si es el momento de resurgir para Huracán, el contexto debe ser el adecuado. Por la Copa, por el torneo, o por lo que sea, sólo queda seguir cuesta arriba, y por eso, la gente tampoco debe fallar. Recuperar la identidad, y aprovechar las oportunidades, también dependen del grito de aliento en los tablones. La grandeza se construye con fuerza anímica, con victorias, con planteles, con dirigencias, pero sobretodo con socios y con hinchas fieles.

Hoy cada partido vale, y vale demostrar que “Huracán es grande sólo por su gente sin salir campeón”.