¿Cómo andas, cuervo? Seguramente, al igual que yo, estás ansioso por que llegue el domingo y nos veamos nuevamente las caras después de tanto tiempo. También estoy seguro que te deben llamar la atención estas líneas. Te debes estar preguntando qué hace este tipo haciéndose el amigo justo antes de jugar nuestro clásico. Es que ése es el motivo del porqué decidí escribirte. En fin, el motivo de mi carta no es para cargarte ni chicanearte con el barrio y el famoso supermercado de Avenida La Plata. Tengo un motivo mucho más trascendental, mucho más mundano, mucho menos profano, mucho más amistoso. Es un intento para que vos y yo podamos salir airosos de la absurda y corrompida situación en la que nos metieron.
¿Te pusiste a pensar en qué momento tergiversamos el folclore para arribar en una violencia injustificada e inútil? ¿En qué momento cruzamos la línea de lo verbal a lo físico? ¿En qué momento dejamos de ser rivales para convertirnos en enemigos? ¿En qué momentos comenzamos a vilipendiarnos y a tratarnos como escoria humana? Sinceramente no lo sé. Me pasé horas dándole vuelta al tema y nunca encontré respuestas. Es incomprensible. Nosotros somos amigos, vecinos, primos, tíos, sobrinos, parejas y hasta a veces, padres y/o hermanos. Seguramente te reíste de nuestro descenso pero estoy convencido que te alegraste cuando volvimos. Es que sabías que nuevamente nos íbamos a ver las caras. A mí me dio un poquito de bronca tu flamante título continental pero la vida siguió y no me afectó. Probablemente a vos te pasó lo mismo cuando ganamos la Copa Argentina, y creo a ciencia cierta que tu vida no varió en nada, al igual que la mía. No te voy a negar que disfruté el partido que le ganamos con los pibes 3 a 0 en nuestra cancha, pero al otro día te levantaste, fuiste a trabajar y seguiste con tu rutina.
Somos el clásico de barrio más grande del mundo, y como tales tenemos mucho en común. ¿O acaso me vas a negar que tu esquina más emblemática de Boedo lleva el nombre de Homero Manzi, un acérrimo hincha del Globo? El Bambino Veira, Quemero de alma y referente de San Lorenzo. Toscano Rendo, acunado en Parque Patricios, vistió tu camiseta y luego volvió a la Quema para calzarse nuevamente la del Globo. Hasta yo crucé las lóbregas fronteras de Parque Patricios para arribar en tu barrio en las manos de una novia que llevaba los colores azulgrana en todo su ser. Somos un clásico gigantesco. Es más, muchos se quisieron entrometer en nuestra rivalidad para formar parte de este maravilloso clásico y no pudieron.
Muchas cosas se me cruzan por la cabeza y no las puedo entender. Pienso en Ulises y en su pobre familia ¿En serio vale la pena dar la vida por los colores? Creo que esta es otra de las cosas en las que coincidimos totalmente. Todos queremos ir a la cancha y volver a cenar con nuestra familia, hablar del partido y contarle cómo se vivió el encuentro en las tribunas. Me cuesta creer que no se pueda volver atrás. Que todo cambió. Que nada va a ser igual. Cumplimos 100 años de haber jugado por primera vez nuestro maravilloso clásico pero en lugar de madurarlo año tras año, nos encargamos de destrozarlo. Vos no, yo tampoco, pero un tanto de responsabilidad tenemos. Fuimos pasivos y, hasta a veces, nos dejamos contagiar por ese absurdo odio.
Es por eso que te escribo, para que juntos nos demos cuenta que nos necesitamos. Alguna vez leí en una calle de Pompeya un grafiti que decía: “San Lorenzo, si no existieras te inventaría», obviamente fue escrita por uno de los tuyos, pero me llamó la atención y me hizo pensar, y a solas, conmigo mismo, la tomé como propia. Es que sin vos, no tengo clásico; sin mí, vos tampoco lo tenés. Somos vecinos, apenas nos separan un puñado de calles y, lamentablemente, hoy estamos más lejos que nunca. Voy a parafrasear a un Quemero para decir que “de Patricios a Boedo, la ignorancia puso bombas en el medio del camino”. Mejor definición que esa no encontré.
No queda mucho por agregar, solo recordar la frase que se dice en el barrio “el fútbol es cosa de hombre”, puede ser; pero de lo que estoy seguro es que en el barrio, las gastadas se aguantan como hombre, sin violencia y aceptándola como tal. A vos, a mí, a todos nos gusta el fútbol. Tratemos de cuidarlo. Ya perdimos los visitantes, ¿qué más vamos a perder? Alguna vez Eduardo Galeano tiró una de las analogías más acertadas para la situación actual: «la violencia ofende al fútbol, como el borracho ofende al vino»
Bueno, cuervo, no tengo más para añadir. Espero que podamos disfrutar de un hermoso espectáculo el próximo domingo y todo el mal que te deseo dura 90 minutos. Nos vemos por el barrio.
Abrazo grande,
Tu amigo Hugo, el Quemero
Quemero, Lic. en Comunicación, Periodista y Locutor. Futbolero y fierrero. El asado se hace despacio, el fútbol se juega por abajo y la coca es para el fernét.