El destino, muchas veces cruel, quiso que en la primera pelota del partido los corazones Quemeros se paralicen. Y es que Ramón Ábila corrió una pelota perdida, apuró a Robinson Zapata y le ganó la globa tirándose a sus pies. La caprichosa hizo honor a ese mote y picó para el lado contrario de la línea de gol, Wanchope intentó meterla sin puntería para sepultar una posibilidad insuperable de ponernos en ventaja.

Santa Fe tardó muy poco en desnudar sus limitaciones, su presión, su miedo a ganar. Fueron poco más de diez minutos de tensión en donde el Globo se encontró superado, ante un rival que metía muchas pelotas en nuestro campo pero sin contundencia.

Por suerte Huracán tomó las riendas del juego, con un mediocampo que aún sin alcanzar plenitud en cuanto a la precisión lograba ocupar espacios de forma saludable. Otra vez Ábila pisaba el área de Zapata para habilitar a un Espinoza que shoteó a gol, pero Balanta cruzaba para mandar el fútbol al córner.

Los últimos veinte minutos fueron pobres y de dominio compartido, cabe destacar un cierre fantástico de San Román ante Ángulo, el gran nivel de Federico Mancinelli y la certera respuesta de Marcos Díaz ante Murillo, en una de las poquísimas que tocó.

En el segundo tiempo fue Huracán quien de arranque develó sus intenciones, el Globo bajó la cortina metálica en menos de diez minutos, con una clara intención de llevar el partido hasta la instancia más lejana posible. La búsqueda de Ábila se redujo aún más, Toranzo destacaba solo por su aporte defensivo y tanto Montenegro como Espinoza se movían muy lejos del Robinson Zapata.

Con Vismara jugando de marcador central, en cada ataque colombiano, y Mauro Bogado creciendo a pasos cortos, las luces de alamar se encendieron con una doble atención a Marcos Díaz, quien finalmente pudo completar el match.

Distéfano por Montenegro para jugar los últimos minutos, en donde Mauro Bogado tuvo la posibilidad de convertir con un potente derechazo que se fue muy cerca del palo derecho de Zapata. Santa Fe, lejísimos del gol.

Final de los noventa minutos, en el balance Huracán terminaba un pelito arriba del rival, pero el cansancio era notorio.

Del primer tiempo extra hay que destacar la jugada más clara de Santa Fe en todo el partido, un centro largo y poco direccionado de Balanta que Marcos salvó en dos tiempos con alguna complicación. Por otro lado Agustín Torassa saltaba el campo de juego en lugar de Espinoza.

En el segundo chico de quince dos situaciones plagadas de curiosidad. A cuatro del final la inocente expulsión de Ramón Ábila, Wanchope termina un año espectacular viendo una roja de forma justa por un golpe infantil, perjudicando a Huracán en un momento clave.

Por otro lado el ingreso de Carlos Arano, que no sorprende desde los antecedentes shoteadores de Chiche. Pero sí llamó la atención la salida de Agustín Torassa, quien fue infalible en cada penal que le tocó ejecutar con nuestra camiseta. Penales.

Mauro Bogado abrió el juego, pero el destino cruel que ya hemos mencionado quiso que errar su único penal en Huracán en un momento delicado. Zapata se lo atajó adelantándose de forma descarada.

Omar Pérez patea, Marcos Díaz desvía con sus piernas, y la pelota se mete pidiendo permiso. La suerte estaba lejos de Parque Patricios, así lo confirmaba Nervo y un derechazo tremendo que explotaba en el travesaño.

Seijas, fino, picó su penal dejando a Marcos sin posibilidades. Federico Mancinelli abrió el score para el Globo con un penal tremendo, que se clavó a pura garra y empuje en el ángulo superior derecho de Zapata.

Balanta puso en jaque la ilusión con una ejecución perfecta y Toranzo, justo el Pato, siguió la suerte de Nervo y estampó su penal contra el larguero. La Copa se quedaba en Bogotá.

Con su librito llegó Huracán a la final, y respetándolo estuvo muy cerca de conseguirla. ¿Podría haber hecho algo más? Sin dudas, pero tras una actuación respetable y valorable en el Campín la sensación es que la serie se perdió en casa.

Seguramente ese fue el dolor de estómago con el cual más de treintaicinco mil personas se fueron del Palacio hace algunos días. Nos quedamos en las puertas del Edén.

Que Huracán haya jugado la final en su primera participación Sudamericana debe ser el puntapié para trabajar y lograr que la institución participe de torneos internacionales con mayor frecuencia. Tenemos la Libertadores 2016, donde el objetivo debe ser superar la fase de grupos, y también la necesidad imperiosa de hacer un torneo local de excelencia.

La comisión directiva deberá trabajar conjunto al cuerpo técnico, para depurar el plantel en primera instancia. Buscar retener a aquellos jugadores consolidados e intentar hacer el mejor negocio posible con quienes seguramente se irán.

Esta comisión debe mantener la base, como ya supo hacer, y enmendar su gravísimo error en el último enero, donde reforzó un buen plantel con jugadores que no estuvieron a la altura. No pasa por el aburrido concepto de la cantidad y la calidad, sí por asesorarse y buscar jugadores que estén listos para jugar y rendir, como se logró con Bogado.

Esta herida abierta va a cerrar pronto, trabajemos para que la puerta a la recuperación definitiva se mantenga en apertura, Huracán debe dar el salto definitivo. Lo institucional y lo deportivo van de la mano, estos últimos partidos de local y la medida “solo socios” lo demostraron.

Cerramos un 2015 bueno, pero que parece mejor de lo que realmente fue. No dejemos nada librado al azar para el 2016. Trabajemos con seriedad, honestidad y sobretodo criterio para que Huracán sea un equipo competitivo para afuera, pero sobre todo para adentro.

Nivelemos el plantel hacía arriba, están dadas las condiciones.

Buen fin de año Quemeros, gracias por compartir un año más este espacio.