Salió dormido, se le hizo casi imposible jugar con fluidez, fue superado por su rival, 2 de los 3 cambios tuvieron impacto negativo y sobre todo tuvo mucha, pero mucha mala suerte. Por eso Huracán cayó ante River en el Monumental.

Repitiendo el ya asentado 4-2-3-1 inicial, el Globo contó con la vuelta a la titularidad de su capitán Martín Nervo y Nicolás Romat.

De esta manera Araujo se ubicó en el lateral izquierdo mientras que el ex Atlético Tucumán marcó la punta derecha y Luca Sosa conformó un doble «5» de marca con el inamovible Matias Fritzler.

De mitad de cancha para arriba, Pussetto, Iritier, Romero Gamarra y Barrales como único punta intentaban asociarse para peligrar el área de Augusto Batalla.

Los primeros minutos Huracán resistió la intensidad del millonario juntando las líneas detrás de mitad de cancha sin variar el 4-2-3-1 para esta tarea, aunque a partir de los 12 minutos el DT advirtió la necesidad de molestar la salida de River y adelantó a Iritier, que cuando el Globo no tenía la pelota se paraba cerca de Barrales dibujando el 4-4-2 que caracteriza la faz defensiva del equipo de Caruso.

Desde los 15 minutos, la visita se adelantó en la cancha a partir de sus dos mediocampistas centrales, con el objetivo de dejar de padecer los avances contrarios, lo que tuvo dos consecuencias: en primer término, de veía obligado a retroceder rápido y terminaba partido a la mitad, y la llegada de algunas chances por la derecha. Sin embargo sus aspiraciones se veían frustradas por un problema que lo azotó gran parte del encuentro: no podía hilar dos pases limpios consecutivamente, lo que atentó contra la gestación de jugadas elaboradas.

Los últimos minutos de la primera parte Huracán terminó atacando a River por el sector derecho mediante la intervención del «Kaku» que se volcó a esa banda.

En el segundo tiempo el Globo cambió el esquema. Iritier retrocedió para pararse junto a Fritzler en tanto que Sosa se corrió a la izquierda, Romero Gamarra se transformó en volante por derecha y Pussetto en segundo delantero, mutando del 4-2-3-1 al 4-4-2.

Con la nueva disposición, el «Mono» Iritier se hizo amo y señor del medio campo de los de Parque Patricios y Pusetto se convirtió en el principal receptor para iniciar los ataques, que proliferaron durante varios minutos.

Cuando el partido pedía a gritos la salida de un Jerónimo Barrales por su bajísimo rendimiento, a los 17′ del complemento se lastima Iritier, la máxima figura Quemera en ese momento del partido, obligando a Caruso a reemplazarlo, en este caso con el ecuatoriano Julio Angulo, quien se paró por el ala izquierda, volviendo a desplazar a Sosa hacia la franja central.

A los 19 minutos llegó el gol de River tras un Córner con varias desatenciones defensivas y 3′ más tarde nuestro entrenador puso manos a la obra. El «Rolfi» Montenegro ingresó por Luca Sosa, cambio que si bien no alteró el 4-4-2 modificó la estrategia de Huracán, que sacrificó marca para aumentar el peligro en el arco contrario.

A los 31′ llegaría una insólita modificación que claramente jugó en contra del equipo: Uno de los mejores jugadores del Globo (Romero Gamarra) salió por Diego Mendoza y quedó en cancha un «11» netamente ofensivo: Montenegro, que aumentó la intensidad de la presunta presión en el medio para favorecer los ataques, como número «5», Pussetto invirtió posiciones con Angulo parándose en la izquierda y arriba dos centrodelanteros bien definidos, como Barrales y el propio Mendoza.

Así Huracán empujó hasta el último minuto incluso desperdiciando chances insólitas de convertir en los pies de Pussetto y los dos puntas.

Finalmente, Mancinelli se fue expulsado por un infantil patadón dejando a su equipo con uno menos, aunque sin tiempo como para molestarse en tapar el hueco dejado por el «Pelado».

11 partidos, una victoria. Por más análisis que se puedan realizar, lo único que queda por hacer es esperar (una vez más) un cambio repentino de la situación, eso que caracteriza a este Huracán de los milagros.