Huracán se fue del Ducó tras el gol de San Lorenzo a los 13’ del complemento y Azconzábal terminó de decidir la suerte del partido con los inentendibles cambios que realizó.

Para el clásico, el entrenador paró un equipo inédito y dispuso un 4-2-3-1 apoyado en dos hombres de contención en mitad de cancha (Compagnucci y Fritzler) y tres enlaces (Romero Gamarra, Montenegro y Mariano González).

En la primera mitad, se vio a un Huracán muy comprometido con la faz defensiva, convirtiéndose rápidamente los enlaces en volantes externos, mutando en la transición de un 4-2-3-1 a un 4-4-2 o un 4-4-1-1 según la oportunidad. Con el cambio de dibujo, el funcionamiento táctico ofensivo mostró variantes respecto a lo que se venía mostrando.

Destacándose la feroz presión que ejerció el conjunto de Parque Patricios sobre su contrincante, que lo llevó a ser amo y señor de los primeros 45 minutos, el “Quemero” utilizó la banda derecha para lastimar a San Lorenzo a través de los desbordes permanentes de Romat y su asociación con el “Kaku”, quien buscaba meterse en diagonal para generar sorpresa.

En la misma línea, con el correr de los minutos Montenegro comenzó a tener mayor movilidad y se liberó del carril central para moverse con soltura y elaborar ataques con Briasco, que cuando no esperaba que le llegue la pelota en el área, colaboraba con los volantes ofensivos para abrir huecos en la defensa “Cuerva”.

Hacia el final de la parte inicial, González tomó un mayor protagonismo, siendo el encargado de terminar por izquierda las jugadas que iniciaban por derecha gracias al pivoteo de nuestro juvenil centrodelantero.

En el segundo tiempo, Huracán salió a hacer un partido más directo y dinámico, con Villalba lanzado al ataque, y “cortando” en diagonal por adentro, utilizando al “Rolfi” y a Mariano como cómplices para gestar la ofensiva.

Sin embargo, siendo Montenegro el hombre clave de aquel momento del partido, Azconzábal resolvió su reemplazo de forma inentendible por Diego Mendoza al minuto 11’ de la segunda mitad, cambio que, con el gol de San Lorenzo a los 13’, liquidó el partido: Huracán se fue de la cancha entre la frustración del golpe y la carencia absoluta de un conductor que le diera algo de fútbol al equipo.

Prueba de ello fue el mea culpa del DT con el ingreso al minuto 15 de Patricio Toranzo por Mario Risso, lo que lejos de esclarecer el panorama impulsó el desastre.

Fritzler pasó a jugar como segundo central y el esquema se modificó del 4-2-3-1 a un variable 4-2-1-3, con Toranzo “intentando” ser el eje en mitad de cancha, metros delante de Compagnucci y detrás del “Kaku”, mientras que González quedó como referente por izquierda, oscilando -por eso variable- entre la línea de volantes y la de atacantes sin un criterio claro.

Con el elenco local totalmente desconcertado en la cancha, a los 29 minutos el entrenador hizo algo aún más insólito que el primer cambio: sacó a Compagnucci para poner a Julio Angulo por izquierda (con lo que se pasó del 4-2-1-3 al 4-4-2).

Aquí el -grosero- error no fue la modificación en sí misma sino la estrategia que se suscitó a partir de él, ya que mientras el ecuatoriano, que era la última esperanza para empatar, jugó por izquierda, el equipo inclinó su juego deliberadamente hacia la banda opuesta, utilizando como señuelo al “negro” para liberar marcas en derecha.

Así, desde ese momento Huracán jugó con tres jugadores que restaron más de lo que sumaron: Diego Mendoza, Patricio Toranzo, y el propio Angulo, que por decisión del DT, no tocó la pelota.

Así Huracán perdió un partido en el que tenía todo para ganar, por la astucia del equipo de Bajo Flores, al que le bastó -como a Newell’s- una sola llegada clara para tener el partido a su merced. Un tanto bastó para que el “Globo” deje de jugar el encuentro y le entregue la victoria a su rival.

Como en el portero, gol gana.