Se puede hablar del toque, del baile o de los elegantes que desfilaban por los distintos escenarios, danzando con la pelota y paseando a unos cuantos. Todo sería poco.
El legado de un campeonazo como fue el Huracán del 73 trasciende al propio Huracán. Joya deportiva que marcó una época, de la mano de un orfebre, un ingeniero de un estilo inmortal. César Luis Menotti volvió a La Quema en el Día del Profesor y hubo clase.
El Flaco que nos engordó de fútbol salió por el túnel acompañado de varios intérpretes que supieron decodificar con fidelidad su mensaje hace 45 años, como Brindisi, Larrosa y Carrascosa. Fue el más ovacionado, lo levantaron en andas y, atinado como siempre, estiró sus brazos mostrando el dorsal 7 ante la Bonavena, en honor al fenómeno de René. La gente devolvió aplausos a cada paso y hasta sonaron hits retro en pleno entretiempo. Hubo entrega de medallas y entregados corazones de los 4 costados.
«Este club tiene algo muy especial. Huracán y la gente no han roto nunca alguna relación muy afectiva que, a veces, en otros lugares se ha perdido. Tiene mucho barrio, mucha calle, mucho tango. Es un lugar muy emblemático este club. Ganar un campeonato acá era diferente, porque era ver a las familias festejando en las calle. Este es un club diferente. No es ni mejor, ni peor, es distinto. Huracán, para mi, es la vida«, declaró el Flaco.
Emotivo, contagioso, equipo del siglo y del fútbol, de Huracán y del mundo. Flaco, querido, ¡qué lindo volver a verte! Sos Huracán y leyenda viva. ¿Ganar? ¿Gustar? ¿Golear? ¡Menotti!