Copa Sudamericana (Ida) – Atl. Nacional 3 vs. Huracán 0 – El Globo dio lástima en Medellín y enfrentará el partido de vuelta con un resultado casi terminal. Aunque los goles del rival llegaron en cadena y en un periodo corto de la primera parte, la diferencia en los 90 minutos fue notoria. Se perdió la línea de los primeros partidos. Se perdió de nuevo. Aunque es cliché, sólo queda confiar y apretar los dientes.
LO BUENO
Nada. Ni nadie
LO MALO
Mandíbula de cristal. Nunca dio la sensación de estar bien parado, pero después del primer gol Huracán directamente implosionó. El segundo y tercer gol fluyeron naturalmente ante el desorden generalizado. Los vimos venir todos. La cancha, grande de por sí, parecía infinita para los retrocesos en cámara lenta del equipo. Triste ver al Globo en la lona tan rápido.
Inofensivo. El arquero local atajó una sola pelota: cabezazo de Cordero a los 77 minutos. Buzo negro. Moreno. Todo lo que sabemos de él de acuerdo a su participación. Lo preocupante es que aún con el 3-0 y un entretiempo de por medio, el equipo de Damonte no supo cómo resetearse y arrimarse al área rival. Livianito. Dócil.
Mala racha. Ya son 9 los partidos en fila sin ganar, con 6 derrotas. En 6 de esos 9 encuentros el Quemero no convirtió. El último triunfo se dio en el clásico ante San Lorenzo. Lo que debía ser el despegue acabó (¿acabará?) en una caída pronunciada. El arrastre negativo es un condicionante anímico que no puede soslayarse en el análisis.
LO FEO
Otro nivel. Llamativa la diferencia técnica y atlética entre los equipos. Si bien es cierto que los 3 goles de Atlético Nacional sucedieron en 10 minutos, durante los 90 se evidenció la brecha de calidad en el manejo de la pelota y la preponderancia en los duelos individuales. Ganaron en todo. No hubo un solo apartado en el cual Huracán estuviera a la altura del evento y el rival.
¿Serie liquidada? Saber sufrir y creer en los milagros es parte de ser Quemero. Viene en el envase. Dicho esto: 0-3, con lo que se vio, con lo que tenemos, con el panorama que hay… El margen para soñar es tan acotado como las aptitudes del plantel.
No se salvó nadie. Sería injusto dar nombres, porque el Globo fue un desastre mayúsculo. Y cuando el desastre cobra esa dimensión, la individualización parece ensañamiento. Es, sencillamente, pegarle en el piso a los únicos tipos que nos pueden sacar de esto. Lo cierto es que no hay vaso medio lleno cuando se pierde así. Nada ni nadie para rescatar.
Periodista, ex Olé. El fútbol no es un juego: es todo