El «Globo» empató sobre la hora con un golazo de Romat y de esa manera salvó el peor partido -lejos- de la era Azconzábal. El conjunto del Vasco tuvo un partido en el que sobraron errores y faltaron ideas.

Sin Marcos Díaz, Mancinelli y Fritzler (suspendidos con cinco amarillas) Huracán salió a jugar con Marinelli -siempre que entra cumple-, Risso y Lucio Compagnucci en reemplazo de la habitual columna vertebral.

Por otro lado, el juvenil goleador de la reserva, Tomás Molina, jugó en lugar de Diego Mendoza, a quien entendiblemente parece habersele acabado el crédito por parte del entrenador.

Tácticamente Huracán presentó un 4-3-3 clásico, repitiendo zaga (exceptuando el ya mencionado cambio de Risso por Mancinelli), Bogado por derecha, Compagnucci en el centro y Mariano González por la banda derecha del medio campo, y Angulo, Molina y Briasco arriba.

Tras 5 minutos iniciales bajo el asedio total de Rafaela, se pudo  ver que el plan de los de Parque Patricios no variaba demasiado con respecto a lo que venía mostrando: la idea era transitar fugazmente la mitad de la cancha apoyándose en Bogado y triangular entre Romat, quién se lanzaba constantemente al ataque, Molina -se volcaba a la derecha para pivotear- y Angulo, para que éste último desborde y busque primordialmente a Briasco, que entraba por el segundo palo.

No obstante la anterior descripción, fueron contadas las ocasiones en las que la visita desarrolló la mencionada estrategia: Huracán estaba decididamente enemistado con su juego, por lo que entregó el dominio a su rival en todo el primer tiempo.

A los 5′ del complemento golpeó «La Crema» a través del infame y viejo conocido Leandro Díaz, aprovechándose de la pésima tarde de la defensa «Quemera», que sufrió durante todo el cotejo el mal retroceso de los laterales, hasta el punto de convertirse en una postal del segundo tiempo ver al local atacar por el sector de Villalba.

A partir de allí, Huracán se despabiló, mejoró levemente y por algunos minutos en lo que a juego colectivo se refiere -individualmente fue una tarde para el olvido- y comenzó a atacar con mayor frecuencia por la izquierda por intermedio de Mariano González y Molina, aunque nunca llevó peligro al arco contrario.

Dedicaremos en este informe un párrafo aparte para los cambios de Azconzábal, a criterio de quien escribe totalmente inentendibles.

A los 26′ del complemento, cuando el «Globo» necesitaba desesperadamente alguien que le aporte elaboración a un equipo demasiado rústico y previsible, el DT sacó a González y puso al opacado Diego Mendoza, quien justamente perdió la titularidad en manos de un juvenil por sus bajos rendimientos. Con este cambio, Briasco pasó a la derecha del ataque y Molina a la izquierda, parándose el recién ingresado en el centro del ataque y Angulo en la posición que dejó vacante González.

A los 37′, Mario Risso fue reemplazado por Romero Gamarra, lo que retrasó a Compagnucci para no quedar con 3 defensores y colocó al «Kaku» como un falso «5», que se desprendía rapidamente del medio para atacar.

Finalmente, 2 minutos más tarde, Molina dejó su lugar a Montenegro, que se paró de enganche y desplazó al ecuatoriano al extremo izquierdo.

Cabe destacar que estos cambios se dieron en medio de una lluvia de pelotazos (a eso jugó Huracán la última media hora) y no aportaron absolutamente nada al rendimento del equipo.

Un milagro. Eso necesitó Huracán, que empató con un gol de otro partido convertido por Nicolás Romat para evitar el desastre total ante un equipo justificadamente en zona de descenso.

El Globo hizo todo mal en Rafaela y casi lo paga caro.