Entre los pocos asteriscos que se le pueden encontrar a una muy buena actuación del equipo de Alfaro hay que marcar el penal fallado por Andrés Chávez.
Con el partido ya 1-0 y sólo 30 minutos de juego, el Comandante tuvo en sus pies la posibilidad de encaminar la victoria tempranito; cortesía de un gravísimo error del asistente Grasso, quien vio o imaginó una mano ficticia en el área de Banfield tras un centro de Gamba.
Chávez, criado en el Taladro, eligió un disparo seco, cruzado y aunque llevaba la potencia que caracteriza a las ejecuciones del zurdo careció de ubicación, quedando en la órbita de un arquero que acertó. Desde ya, no hay que quitarle mérito a Arboleda, dado que el remate lejos estuvo de ser un tirito, pero sin duda fue una mala ejecución del goleador.
Lo curioso del penal errado es que pareciera estar emparentado con un hecho similar, ocurrido durante el campeonato pasado. Otro ejecutante, otro fallo, en el Ducó y, lo particularmente llamativo, también contra el equipo que lo formó. Por la fecha N°15 de la última Superliga, Fernando Coniglio se hizo cargo de un penal que pudo haber cambiado el curso de la derrota 3-2 ante Central. Iban 27 minutos del segundo tiempo, el Globo perdía 2-1 y el delantero la mandó derechito a la popular visitante, desperdiciando una gran chance ante el club del cual es hincha y donde realizó las Divisiones Inferiores. Aquella vez, además, la ejecución estuvo precedida por una disputa en torno a quién sería el encargado, donde casualmente el otro postulante en discordia fue el propio Chávez.
Por suerte, y a diferencia de lo ocurrido con Coniglio, el fallo del Comandante no le costó puntos a Huracán. Y otro dato alentador: no tenemos ex jugadores de Tigre, el próximo rival.