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Escrito por
Diego Flaherty
Torneo Binance 2023 – Fecha 3 | Instituto 0 vs. Huracán 0 | El seguimiento de cada jugador del Globo.
Lucas Chaves: Huracán no ganó, pero una noticia positiva (muy positiva) es que no recibió goles por primera vez en este arranque del 2023. Habiendo recibido goles en los tres partidos anteriores (incluso contra un equipo recién ascendido a una categoría semiprofesional como la Primera C), este cero en el arco propio es mucho más importante de lo que parece. No es casual, por supuesto, que esto coincida con una buena actuación del arquero, acercándose al nivel que le deseamos y necesitamos. Del lado de las buenas: muy preciso decidiendo y ejecutando en el juego con los pies, y tuvo un par de tapadas importantes. Del lado de las no tan buenas: centro de pelota quieta al área del Globo, es un problema seguro -y los rivales lo saben- porque Chaves no sale de debajo del arco.
Guillermo Soto: Otra muy buena actuación del marcador de punta chileno, que consolida lo que le venimos viendo: una mejora ostensible en el plano defensivo, donde ya no regala tanto las espaldas ni se olvida de que su responsabilidad primaria es defensiva y profundad y velocidad cuando pasa al ataque, lo cual hace quizás con menos asiduidad que otrora, pero con más sorpresa y llegando siempre al fondo para meter el centro.
Fernando Tobio: Sin tiempo para acostumbrarse a un nuevo compañero de saga (el tercero distinto en 4 partidos disputados), Tobio se afirma como la piedra angular de esta defensa por personalidad, trayectoria y liderazgo. Haberlo retenido es una de las mejores cosas que ha hecho el Globo en esta temporada baja.
Gastón Sauro: Evidentemente, al DT lo convenció más el segundo tiempo de Sauro que el primero de Pizarro, del partido contra Banfield. Sauro ofrece experiencia, tranquilidad y oficio, pero parece un poco más lento que el resto. Tiene aporte y altura para ganar de arriba, más no se muestra muy dúctil con el manejo del balón. Comparativamente con Pizarro, podemos decir que además de contraponerse experiencia contra juventud, las virtudes de uno parecieran ser las debilidades del otro, y viceversa. Personalmente, nos gustaría ver más a Pizarro. No solo porque es patrimonio del club, sino porque con Sauro, toda la defensa ronda o supera los 30. Dicho todo esto, estuvo correcto Sauro. No hay muchos reproches para hacerle, no tenemos destacadas que enumerar de su trabajo.
Guillermo Benítez: Notable diferencia (positiva) en el rendimiento de Benítez respecto de los partidos anteriores. Muy buena salida del lateral argentino nacionalizado paraguayo, que estuvo muy activo, especialmente en la primera mitad. Incluso, la mayoría de las acciones ofensivas de Huracán se construyeron por su lado con él como protagonista. Amonestado muy temprano en el partido, se bancó más de 3/4 partes del cotejo con esa amarilla sobre sus hombros sin que -al menos desde lo que nosotros pudimos ver- afectara su compromiso con la marca o su entrega.
Santiago Hezze (C): Hezze y Fattori son dos reoljitos y la base sobre la que descansa el andamiaje del equipo de Dabove. Su importancia es superlativa, y consecuentemente, de esta dupla depende en gran parte el funcionamiento del equipo. Este recordatorio viene a colación porque de lo anterior, se desprende la obviedad contraria: cuando por alguna razón no tiene alguno de los dos un buen día, se nota y mucho. Pues Hezze no tuvo una buena noche, y se notó. No estuvo mal tampoco, pero le faltó esa precisión que suele mostrar en el pase ofensivo, en el que pone a Huracán en un solo movimiento de la defensa al ataque. Y esto probablemente sea lo que más adoleció el equipo en la noche del lunes. Defensivamente y en los relevos, impecable.
Federico Fattori: De menos a más, otro estupendo partido del calvo volante central que absorbió a los volantes ofensivos de Instituto, minimizando la generación de riesgo elaborado. Fue el jugador del equipo que más pelotas recuperó, más duelos ganó, más pases intentó. Un animal que resuelve todos los inconvenientes que a Huracán se le generan por estar jugando como un equipo largo y partido, generalmente inconexo entre el fondo y el frente y sin transiciones elaboradas, sino más bien vertiginosas.
Gabriel Gudiño: No está muy claro de que está jugando el cordobés, pero lo que sí es cierto es que al DT pareciera gustarle su polifuncionalidad: lo tiene por derecha, lo manda por izquierda, lo trae de nuevo, aparece como delantero centro en el punto penal en una jugada cualquiera, cruza a espaldas de Soto para meter un cierre oportuno… Sin embargo, es como que en nada termina por destacarse y sus apariciones son esporádicas y puntuales. Casi mete un verdadero golazo con una volea en el área que fortuitamente dio en la espalda de un defensor de Instituto, cuando la pelota tenía destino de red.
Jonás Acevedo 👍: No pareciera tener las características ni el juego de un auténtico conductor, y hasta nos arriesgamos a decir que tampoco la vocación. No obstante, es en este rol en el que Acevedo le ha ido agregando participación personal durante los partidos. Y no lo hizo del todo mal, aunque sí muy solitariamente y lejos de sus compañeros. Porque intentó jugar, no se escondió y hasta exhibió un saludable desparpajo, para nosotros fue el jugador más destacado del globo. Por un lado, esperamos que se establezca en este rol y sume volumen de juego a su repertorio. Por otro lado, necesita intérpretes con los que dialogar futbolísticamente, o bien irá perdiendo la poca influencia que, hasta ahora, ha tenido.
Matías Cóccaro 👎: No le salió nada de lo que intentó hacer al uruguayo. Fracasó como pivote, se retrasó para conectar con el armado del juego y o bien la pelota le pasaba por encima, o bien no lograba articular buenos movimientos con toques productivos. Pareció estar a contramano del partido, y totalmente absorbido por la marca del local -que lo hizo en muy buena forma-, volviéndose lo suyo más caótico y poco productivo que lo habitual.
Nicolás Cordero: Muy bien tomado por la defensa local, el más adelantado y punzante del doble 9 de Dabove no tuvo prácticamente chances. Cortó asimismo la racha goleadora que traía, la cual esperamos retome a la brevedad, ya que Huracán tiene por delante y en lo inmediato, el clásico y su continuidad en la Copa Libertadores, ya que deberá ganar su duelo mano a mano -con rival a determinar- para luego sí, acceder a la zona de grupos y garantizarse al menos media docena de partidos y un dinero que necesita como el agua.
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Juan Manuel García: Quizás viendo lo mismo que nosotros (la improductividad de los delanteros quemeros) el DT ensayó faltando quince minutos (no contamos el descuento) un doble cambio modificando por completo la delantera. Una cosa que nos inquieta -no digamos por ahora que nos preocupa, pero algún que otro fruncimiento de seño nos saca-, es que nos parece que Diego Dabove demora mucho tiempo los cambios. Sin dudas hay un componente de ansiedad de parte de nosotros, que él no manifiesta y lo bien que hace, pero que indefectiblemente alimenta nuestra antes mencionada ansiedad. ¿Cómo le fue al Juanchón en su ingreso por Cóccaro? Pues lo suyo fue tan improductivo como lo de su reemplazado, y así ni tocó la pelota.
Juan Fernando Garro: Entró por Cordero en el señalado doble cambio, y su ingreso -de pocos minutos, es verdad- fue absolutamente intrascendente. Por otra parte, y siguiendo con este atrevido y quizás hasta insolente análisis de los cambios, nos pareció que el problema no era tanto de Cóccaro y Cordero (que no tuvieron una buena noche, que no supieron resolver el planteo defensivo del local), sino del equipo en general, que no generaba juego y supeditó casi toda su capacidad de llevar peligro al arco de Carranza, mediante el uso de la pelota quieta en los pies de Acevedo.
Valentín Burgoa: Ingresó por Gudiño faltando 10 minutos. No logró meterse en el juego de inmediato, y el tiempo discurrió veloz sin que él tuviera la chance de mostrar lo que podría aportarle al equipo que, por lo visto hasta ahora, no pareciera ser mucho.
Juan Gauto: Entró faltando menos de 10 minutos por un agotadísimo Acevedo. Sumó vertiginosidad y agregó confusión a un equipo que ya de por sí, salvo instantes, no había tenido claridad en todo el partido. Nos encanta la pasión con la que Gauto juega cada pelota y amamos su entrega incondicional, pero en la medida de que no logre serenarse, pensar y jugar también con la cabeza, lo suyo resultará cada vez más frustrante tanto para él, como para el Cuerpo Técnico y hasta para la gente.